Con una posición de destaque en la vanguardia de la cocina escandinava, este mixologista sueco es frecuentemente visto adentrándose a su floresta local, raspando pedazos de abedul, recogiendo liquen o quebrando trozos de agua de río helada.
En su bar, utiliza tesoros de la naturaleza para mezclar algunos de los más refrescantes y opulentos tragos jamás hechos. Su abordaje descarado le ha conquistado el título de uno de los mejores bartenders del mundo, el reconocimiento de sus pares y hordas de fans que siempre vuelven en busca de más.